En busca de su intrépido líder la banda de Chinchón llega a Atenas, crisol de culturas y cuna de civilizaciones que, desde tiempos inmemoriales, ha evolucionado en el centro del Ática.
Es una ciudad con posos que se leen en el fondo de un café, junto con una buena copa de Ouzo. Escenario de guerras y de democracias, de artes sublimes y de templos convertidos en polvorines, de crisis económicas y de protestas, de perros vagabundos y gatos callejeros que medran por las calles de Plaka y Monastiraki en busca de cobijo y algo que llevarse al gaznate.
Los turistas suelen ser generosos, los ciudadanos aprenden a vivir con esos animales tranquilos y enormes, llenos de suciedad y conocedores de más de un secreto.
Uno imagina a Diógenes en su barril, a Fidias acariciando una cabecita peluda, a las Panateneas en una procesión de frisos robados, ante la agradecida mirada de un fiel compañero. 

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