domingo, 31 de enero de 2016

Historias con final feliz: Marrón y Negra

La Historia con Final Feliz de hoy nos toca de cerca.
Mariví y yo empezamos observando primero a la Perra Marrón. Lleva cerca de un año por el vecindario y ha sido preñada varias veces. En ocasiones le dejábamos comida, al igual que muchos vecinos. Nunca se dejaba acariciar. Y mucho menos tocar.
Con el tiempo la Perra Marrón se buscó una compañera, la Perra Negra. En ocasiones las veíamos a las dos con las urbes colgando, en ocasiones desaparecían por unos días. En ocasiones sorteaban a los coches, las motocicletas, las inclemencias meteorológicas... y la buena voluntad de vecinos y vecinas, preocupados por ellas y coordinados en denodados esfuerzos para atraparlas. Gente como Marga, Pilar, Noemí, Zaira y nosotros dos: Mariví y Pedro.
Fue Mariví la que, de manera fortuita, logró ponerse en contacto con el Grupo de Rescate que coordinan Tere y Esmeralda. Lo primero que nos dijeron fue que no tratásemos de atrapar a las perras: era evidente que habían quedado preñadas de nuevo y debíamos encontrar su madriguera. Finamente, tras bastante tiempo siguiendo su rutina, vigilando los horarios de los dos animales (incluso cerca de la madrugada), logramos dar con la casa semi abandonada donde ambas ocultaban una camada de doce cachorros.
No pude estar presente el día en que el Grupo de Rescate logró hacerse con todos ellos, pero al parecer, una vez comprendieron que no se les quería herir, la Perra Marrón y la Perra Negra no ofrecieron resistencia. Imagino que, a pesar de ser animales, el instinto materno les hico buscar lo mejor para sus crías. 
A día de hoy, cuando han pasado cerca de dos semanas del acontecimiento, muchísima gente se ha interesado por los cachorros y por sus madres. Posiblemente la Perra Negra volará hasta Alemania, el resto de las camadas han sido entregados a gente desinteresada que buscaba un nuevo miembro en la familia. 
Y de eso pretendía hablar para finalizar esta pequeña historia: del desinterés, del altruismo y la generosidad que en ocasiones podemos mostrar las personas corrientes. Esme, Tere, Rubén, María y compañía trabajan a diario, mantienen a su familia, y todavía les sobra tiempo (y fuerzas) para ayudar a todos los animales desvalidos que se encuentren por su camino. Es agradable pensar que, en detalles tan simples como este, todavía queda esperanza en nuestro mundo excesivamente civilizado.


2 comentarios:

  1. y más feliz que haya gente como ustedes que se preocupe por el bienestar de una comunidad (mixta, humanos y animales)
    Da mucha dicha saber que en el mundo hay gente como ustedes. Enhorabuena!!!

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Angie.
    ¡Besitos y Ladridos!

    ResponderEliminar